En este blog encontrarás inspiración para bodas mediterráneas, noticias relacionadas con los más pequeños y algunas curiosidades. ¡Bienvenido!
“Solo me interesa el mundo real porque es el que alimenta mi mundo literario”

Nuestra becaria Laura Llamas se ha querido despedir de El Periódico de Tu Día donde ha pasado los últimos meses con un post literario dedicado al escritor uruguayo Juan Carlos Onetti, que hoy queremos compartir con todos vosotros. Tras graduarse en Filología Hispánica, le deseamos a Laura toda la suerte del mundo en esta nueva etapa. 😉
“Solo me interesa el mundo real porque es el que alimenta mi mundo literario”, repetía implícitamente Juan Carlos Onetti, una y otra vez, en la mayor parte de sus obras. Y es que el escritor uruguayo fue capaz de crear desde cero a base de pinceladas suaves, exquisitas, ese mundo literario del que nos habla. Sin embargo, para comprender al Onetti escritor, debemos remontarnos al Onetti niño (que ya tenía todas las papeletas para ser el futuro Premio Nacional de Literatura en 1962).
Haciendo un repaso general por la vida de Juan Carlos Onetti, debemos aclarar que nació en Montevideo, capital uruguaya, en 1909. Y nació siendo escritor. Desde niño, las mentiras le hacían jugar con la realidad, trasladándose a sí mismo a un lugar imaginario, un estado mental en el que podía permitirse soñar a ser otro.
No tardará mucho en crear esa ciudad ficticia a la que bautizó como Santa María. Onetti, cansado de que su rutina se comprimiera en Montevideo y en Buenos Aires, empezó a sentir la necesidad de vivir en otro lugar que no fuera ninguno de esos dos. La mezcla de las dos ciudades más la idealización de la ciudad perfecta lo hizo imaginarse en Santa María, microcosmos que consolida, por primera vez, en La vida breve, en 1950. Juan Carlos Onetti nos va a llevar de la mano a través de plazas, parques arbolados y muelles, donde podremos inhalar el salitre inconfundible del Mar de la Plata.
Encendían las luces de la plaza cuando llegamos a Santa María; entre los árboles, las verjas de los canteros y el pedestal de la estatua contemplé la fachada del hotel en la esquina, la iglesia y el cartel para automovilistas en el nacimiento del camino que llevaba a la colonia; me volví para mirar la superficie quieta del río y empezamos a descender una calle arbolada que llevaba al muelle. El declive era suave, una luz rojiza se mecía en la mitad de las aguas.
La vida breve, 1950.
Juntacadáveres y El astillero, junto a La vida breve, pasarán a formar parte de lo que Onetti después denominó ‘Trilogía de Santa María’, aunque la ciudad ficticia estará presente en casi todas sus obras. Además, el mismo autor aparece en la obra como un personaje secundario, describiéndose a sí mismo como un ser huraño, sarcástico y silencioso. Y nada más lejos de la verdad, pues Onetti vivía por y para la literatura. No necesitaba más que un vaso de whisky, un paquete de cigarrillos y una buena pluma para pasar los días. Sin embargo, nunca releyó uno solo de sus libros o, al menos, no al completo. Sus escritos podían o bien hacerle creer que no debería haberlos publicado tan precipitadamente, o bien hacerle verse a sí mismo derrotado por su obra al comprobar lo abrumadora que era.
La semana pasada, 30 de mayo, se cumplieron 21 años de la muerte del escritor. Pasó sus últimos años metido en su cama, leyendo por el placer de leer y escribiendo por el placer de escribir, pues para él, el hecho de escribir era eso mismo: “más que una relación conyugal, la mía con la literatura es una relación con una amante”. Pero, gracias a sus novelas, los lectores de Juan Carlos Onetti hemos disfrutado más la relación extramatrimonial del escritor al leerlas que él mismo al escribirlas.