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Gracias, AJE Almería
El viernes pasado asistí al acto del 20º aniversario de la Asociación de Jóvenes Empresarios de Almería (AJE), de la que fui presidente desde 2009 hasta 2013. Hoy la preside Sergio Arráez, quien formó parte de mi directiva durante aquellos años extraordinarios. Y fue precisamente Sergio quien, de forma sorprendente, anunció en este emotivo acto que me iban a dar una placa, un reconocimiento por mi etapa como presidente. Cuando fui a recoger el inesperado galardón debo reconocer que me emocioné. Que casi tres años después de marcharte de una asociación se acuerden de ti significa dos cosas: que las personas que mantienen viva la llama del emprendimiento desde una organización como AJE valen mucho la pena y que tú hiciste algunas cosas buenas. Pero también he de decir que todo lo que llevamos a cabo no hubiera sido posible sin mi equipo directivo -Carmen Cardila, Sergio Arráez, Sergio Viñolo, Eduardo Gutiérrez, Miguel Ángel Montoya, Eduardo Martínez-Cosentino, Juan Silva y Pedro Javier López- y sin los tres gerentes con los que tuve la suerte de contar: Juan Eduardo González (q.e.p.d.), Eduardo Cañizares y Amanda Sánchez. Mi gratitud sincera hacia todos ellos, que ejecutaron con brillantez y enorme ilusión todo aquello que proponíamos desde la directiva.
Presidir una asociación es muy fácil en estas circunstancias. Por eso, esta placa es compartida, no es solo para mí. Y no es falsa modestia. Sé lo que me digo. Quienes son empresarios o directivos saben que el equipo es fundamental y que las personas que tienes a tu lado deben ser mejores que tú en lo que vayan a realizar. Al menos, esta siempre ha sido mi máxima, tanto en AJE como en mi empresa, en donde mis compañeros desarrollan un gran trabajo. Mi tarea es dirigir la orquesta, fijar objetivos y seguir innovando cada día.
De AJE Almería guardo un excepcional recuerdo de todos los socios. También saqué en claro alguna lectura que me habría de acompañar desde entonces. Cuando era secretario con el anterior presidente a mí, Antonio Lorente Lamarca, organicé una cena con Paco Martínez-Cosentino, el dueño de Cosentino (Silestone y Dekton). Alquilamos un microbús para ir a Olula del Río desde Almería -una hora de viaje- y tuvimos la suerte de escuchar los consejos de uno de los empresarios más admirables que jamás haya conocido. Allí me di cuenta de que todo es posible en la vida -no sé por qué, pero me parecía inimaginable cenar con Cosentino- y que cuando das el primer paso luego vienen los demás pasos: siempre llegan.
Esta enseñanza fue fundamental para abordar proyectos tan ilusionantes como la primera feria de emprendedores que organizamos en la Plaza Vieja de Almería, con decenas de stands de empresas de AJE dispuestas a dar a conocer sus productos y servicios. Recuerdo que la idea surgió en una conversación con nuestra gerente, Amanda, y dijimos: «¿por qué no?». Al día siguiente estábamos reuniéndonos con una concejala del Ayuntamiento, Ana Martínez Labella, para impulsar el evento, que unos meses después era una realidad. Y como la feria, hicimos otro tanto de lo mismo con los encuentros de negocios o con las conferencias de destacados empresarios y directivos que vinieron gracias a un primo mío, Carlos Alonso, quien un tiempo después se lanzaría a emprender tras dirigir Las Rozas Village de Madrid y la lujosa firma Hermés España y Portugal. Hoy es un empresario digno de admiración al que también le debo mucho.
Por tanto, toda mi gratitud a AJE y a mi equipo. El premio es también vuestro. Y, por supuesto, mi felicitación a la asociación y a la estupenda directiva que la forma: contribuís a que la vida sea un maravilloso desafío para quienes deciden dar ese primer paso del emprendimiento, el que más cuesta, pero el que te lleva, finalmente, a disfrutar de un camino incierto, apasionante y lleno de aventuras.