– ¿Cómo es un día normal en tu vida?
Mis días comienzan cuando suena el despertador
a las 6 de la mañana. Entro a trabajar a las 7.30 en pleno centro de Madrid, en la maravillosa Gran Vía. Voy en transporte público porque es impensable entrar con coche en la ciudad y, sobre todo, aparcarlo.
Mijornada laborar es muy intensa.
Trabajo con periodistas muy jóvenes, recién graduados y hay mucho que enseñar. También tengo en ocasiones una faceta ‘docente’ con ellos. Además, la carga de trabajo es bastante amplia. Edito los dos primeros informativos del canal (en NSP se llaman News) y me encargo de buscar temas de actualidad e interés para nuestro público: millenials interesados por la cultura, música, cine, teatro, etc.
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¿Cómo consigues compaginar el trabajo y la niña?Salgo a las 15.30 y, según quieran los horarios del tren, llego a mi casa sobre las 16.30-17h. Ese margen hace que pueda sentarme un rato en casa o que vaya directamente a la guardería a buscar a mi hija. A día de hoy, valoro este horario porque es una profesión muy complicada y la
conciliación familiar es casi inexistente. El año pasado, con el mismo horario o incluso entrando antes, estudiaba un máster presencial de la Universidad Europea de Periodismo Digital y Redes Sociales. No sé cómo era capaz, llegaba a casa a las diez
de la noche y no dormía prácticamente nada. Lo más difícil era no ver a Valeria de lunes a jueves, pero me lo planteé como un salto de calidad. Ese máster ha asentado las bases de conocimiento que necesito para pensar otros proyectos personales.
– ¿Cómo te coordinas en este sentido con tu marido?
Tenemos la suerte de que la vida nos ha dado tortazos laborales pero nos ha facilitado esa coordinación como padres. Yo salgo muy temprano de casa pero él, aunque trabaja muchísimas horas todos los días, tiene mucha flexibilidad e incluso puede trabajar desde casa. Así que mi marido se ocupa de levantarla y llevarla a la guardería por las mañanas. También intentamos que si yo tengo alguna tarde liada, él la tenga liberada para encargarse de nuestra princesa.
– Durante los primeros meses de Valeria, ¿cómo cambió tu vida en el aspecto laboral?
Cuando nació yo tenía otro trabajo y trabajaba desde casa como responsable de comunicación de una start up. Pero desafortunadamente al dueño de la empresa (era muy pequeña y era mi jefe directo) no se tomó bien mi petición de unir vacaciones y lactancia a la baja y, al reincorporarme, me hizo la vida imposible. Se me acabó el contrato y no me renovó, recibió una demanda. Desde el minuto uno que vi a mi bebé, supe qué era lo importante. Ella, sin articular una palabra, me enseñó a luchar y a tener muy claro lo que prima en mi vida y lo que no.
– ¿Crees que existen facilidades en el trabajo para las mamás?
JA, pero un JA muy muy sarcástico. No existen facilidades, a pesar de que la ley ampara determinados aspectos como un horario laboral concreto ajustado a las necesidades maternales. Está muy mal visto por los jefes, incluso por los compañeros y compañeras, reclamar y exigir derechos como madre. Tanto si luego los conceden como no, es motivo de comidilla entre compañeros. Es muy desagradable y muy injusto. Al final siempre buscas la empatía de las mujeres pero, al final, es cierto eso de que hay que tener un hijo para saber lo que es en todos los sentidos. La carrera profesional de una mujer tiende más a estancarse cuando es madre que la de un hombre cuando es padre. Es una lástima… Sobre esto, el libro de Sonsoles Ónega Nosotras que lo quisimos todo, es una denuncia que habla por todas las mamis trabajadoras que pretenden abarcar cada función que tienen en su vida como mujer. Totalmente recomendable. Yo he visto como he dejado de optar a un puesto de mayor categoría y mejor sueldo por negarme a cambiar a un turno que me habría impedido tener vida familiar. Lamentable.
– ¿Cómo se podría mejorar este aspecto?
Es fundamental que no se dé por hecho que una jornada laboral nunca termina tras ocho horas de trabajo. Es decir, en este país y en mi sector, el periodismo, está normalizado que hay que echar horas a cambio de nada. Me niego a hacerlo. Lo he hecho antes de tener a Valeria porque era mi pasión y no me importaba. Ahora veo todas las injusticias que supone echar horas o, mejor dicho, no echarlas. Miradas, cuchicheos. Soy madre por encima de todo lo demás. Hay que saber empatizar y hay que cumplir con el estatuto de los trabajadores. Cuando por ambas partes, empresa y trabajador, se cumplan todos los deberes, llamará menos la atención cuando una sea madre y quiera puntualizar sus horarios. Sinceramente, no soy optimista en que lleguen estas mejorías pronto, no las visualizo a corto plazo. Aunque seguramente hay empresas maravillosas cuyos trabajadores y trabajadoras son enormes afortunados.