Empiezan… ¡los Juegos del Hambre!

Ayer por la noche llegó el fatídico momento, el que había aplazado durante varias semanas porque tenía miedo, sí, miedo a la aguja de la báscula que esperaba en el baño, ajena a las comidas pantagruélicas de la Navidad, a los turrones y a los mantecados que se van almacenando silenciosamente en cada uno de los poros de tu cuerpo. Pero ayer, ay, no tuve más remedio que pasar por el trance. Me subí al peso, en un ejercicio de masoquismo admirable, miré casi de soslayo y ¡cataplof!: saltaron todas las alarmas, ninoninonino, y por mi mente desfilaron las imágenes recientes de los excesos y esas frases que nos acompañan durante las fiestas: “una vez al año no hace daño”, “por una más no pasa nada”, o esa tan taurina que decía el torero El Guerra: “más cornás da el hambre”… Se acabó la Gran Mentira, la que nos despejó el camino de la Nochebuena y de las siguientes semanas y ahora… ¡empiezan los Juegos del Hambre!

Ayer, en Almería el paseo marítimo estaba lleno de niños disfrutando de sus regalos y de gente corriendo (ahora a eso le llaman hacer “running”) como si se les fuera la vida. La culpabilidad te lanza a la calle a correr como un desesperado. Hoy he venido a trabajar en bicicleta, cuyas ruedas estaban desinfladas…, no digo más. Y tengo que decir en favor de este vehículo al que tenía abandonado que he llegado lleno de energía y dispuesto a comerme el mundo… o mejor dicho dispuesto a todo.

La cuesta de enero ha comenzado y eso significa que habrá que cerrar la boca. Mi madre siempre nos decía cuando éramos pequeños una perogrullada que a mí me hacía gracia –hasta hoy, claro-: el que está gordo es porque come. Luego también sucede que cuando uno va cogiendo kilos sin darse cuenta y alguien te dice que estás un poco relleno tú te miras al espejo y te ves exactamente igual. O si has ganado peso lo achacas a que se debe al deporte que practicas, pues el músculo ha ganado volumen y, por tanto… ¡peso! Menudos artistas somos cuando queremos.

En fin, no hay excusas, los Juegos del Hambre han empezado y a final de mes nos veremos las caras la báscula y yo. ¡Hasta siempre, jamón que presides la cocina!, ¡adiós turrón de chocolate que aguardabas en la despensa! No hay dolor, no hay dolor, no hay dolor…